24 agosto, 2011
Cuando regalar se convierte en una ardua tarea no está de más inspirarse en diseños de época, o simples objetos, que decorados con frescura y gran acierto pueden convertirse en el regalo más bello que hayamos recibido. Tanto, por lo que de personal entraña, como por su delicada estética.
Ésta última caja sorpresa es mi preferida. Es divertida y sencilla porque es un kit de regalo esencial para una diseñadora como yo y porque es el que me gustaría recibir de «alguien» que no tuviese claro qué regalarme para mi próximo cumpleaños. Una caja como está haría los mil amores en mi nueva mesa de estudio… 🙂
Y es que hasta la sencillez de la fruta puede obsequiarse de la forma más bella para preparar, por ejemplo, una dulce mermelada.