19 febrero, 2013
No existirá jamás mejor regalo de San Valentín que el que he recibido este año de manos de mi pequeño gran tesoro, Rubén. Porque su amor es incondicional, al menos de momento y sólo requiere de mí muchos besos y abrazos, la lectura de algún cuento, un rato de juego o que lo coja en brazos para darle mimos o tranquilizarle después de una de sus pesadillas. Un amor que se diferenciará toda la vida de los demás y que con una simple cartulina pintada de rojo con sus pequeñas manos, una bonita nota y una piruleta me ha hecho sentir muy orgullosa de ser mamá y de la familia tan maravillosa que tengo.
Como os decía la semana pasada, nuestro San Valentín llegó compartido con dos enanillos que nos quitan el sueño y no pudimos ni celebrarlo porque Rubén estaba malito pero… con sonrisas como las suyas ¿quién necesita más regalos?
Sencillamente, los tres, me tienen enamoradita hasta las cejas y es que con caritas como ésta ¿quién puede resistirse a no quererlos?
¡Feliz y romántico martes!