Dicen que tener un amigo es tener un tesoro y cuando algunos de esos amigos perduran en el tiempo es como si se hubiese detenido la hora en la que comenzó la amistad que nos une y volviésemos a descubrir lo afortunados que somos de habernos conocido.
Este mes, eso lo valoro doblemente. Porque se casaron unos amigos muy queridos (pronto os enseño la mesa dulce de su convite) y pude recordar muchos de los momentos felices que pasamos juntos. Y, por otro lado, hace unas semanas pudimos pasar entre familia y amigos un día de campo sencillo en la finca de unos amigos de mis padres a los que quiero como si fueran de mi propia familia.
Allí encontré la tranquilidad y el sosiego con el que poder disfrutar de mi otra debilidad, la fotografía.
Los niños, lo pasaron pipa correteando arriba y abajo entre huertos, perros, caballos y utensilios de labranza.
Mi momento relax vino al caer la tarde cuando el sol se muestra más coqueto y nos regala esa luz tan especial que permite fotografías como estas.
Me encantó ver como Rubén charlaba animadamente con una de las perritas de la finca mientras Sofía corría y jugueteaba con la mirada buscando mi complicidad. Suele hacerlo mucho y yo me guirro de ver lo coqueta y lo pícara que es para la poca edad que tienen. Dicen que eso es cosa de niñas y debe ser cierto. Los tópicos en mi casa, de coquetería y brutalidad se cumplen casi a la perfección pero bueno, eso se merecería otro post. De momento, hasta aquí puedo leer.
¡Feliz miércoles!
3 comentarios
me encantan las fotos y la luz! preciosas!<br />un besazo
Gracias, Carol! Disfruté muchísimo haciéndolas 🙂
Me encanta las fotos!! Podrías recomendarme alguna cámara para comprar, cual usas tu. Gracias <br />Por cierto muy guapa en la boda